Siempre me gustaron los deportes, durante todo mi recorrido por la escuela y liceo practiqué todo tipo de disciplinas y así ocupaba la gran mayor parte de mis actividades extracurriculares. Pero el handball siempre fue el que más me cautivó y eventualmente terminé optando por dedicarme de lleno a este deporte. 

 

Mi historia con el handball data desde mis 9 años y hasta el momento en el que escribo este texto, a mis 34 años, puedo decir que ha sido una de mis mayores escuelas de vida. Al tratarse de un deporte de equipo, desde muy temprana edad aprendí la importancia de trabajar con objetivos comunes, de reconocer las diversidades y como éstas potencian al colectivo si somos capaces de reconocerlas. Que entrenar y nutrir la mente es tan importante como al cuerpo para un mejor desempeño, como también gestionar las emociones en los momentos de tensión y desencuentro. Mis compañeras de cuadro se convirtieron en mi segunda familia, una familia por la que pasaron muchísimas personas, algunas que están hasta el día de hoy, otras que no, pero que sin dudas colaboraron a mi desarrollo dentro y fuera de la cancha, y volverme cada vez más resiliente. 

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Con este hermoso deporte pude vivir uno de los mayores privilegios que un deportista puede experimentar, y es  representar a mi país. A mis 13 años y con mucho esfuerzo me gané mi primer lugar en la Selección Uruguaya de Handball y desde entonces fue un recorrido de más de 20 años en los que, salvando algunas etapas en las que las responsabilidades de la vida me alejaron de las canchas, viajé por todo el mundo compitiendo y defendiendo la camiseta en distintas competencias y torneos, desde mundiales, sudamericanos, panamericanos, y el mayor logro de mi carrera deportiva que fue clasificar con la medalla de bronce a los juegos panamericanos en Guadalajara- Mexico, el torneo pre-olímpico que fue la experiencia más cercana a estar en las olimpíadas, vivir la experiencia de la villa olímpica, con los mejores atletas del mundo de todas las disciplinas, respirando y vibrando el espíritu deportivo 24 horas, fue realmente increíble.

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Hoy vivo el handball desde un lugar distinto, he cerrado varios ciclos y aun así, entrar en la 40x20 y vibrar junto a mis compañeras de la Scuola Italiana durante 60 minutos de pura adrenalina, sigue siendo una de mis mayores satisfacciones.